Había una vez un ángel…. Luminoso, radiante, feliz
Un día decidió dar un paseo por la tierra
Ahí andaba maravillándose por su
aventura, cuando una noche lo sorprendió el cansancio en un recodo del
camino, por lo cual decidió descansar y se durmió.
Cuando despertó, descubrió desesperado que sus alas ya no estaban. Oh, no!!! Oh Dios grito desesperado---
¿Qué haré ahora? “LO QUE TIENEN QUE HACER” le contesto serenamente una voz en su interior.
Al no comprender el mensaje, el ángel
comenzó a llorar y rezar y desesperado volvió a decir. Padre… por que
me quitaste mis alas… sin ellas no soy nada.
Por favor… haz que vuelvan- el silencio
lo invadió como respuesta. Decidió entonces buscar ayuda… necesitaba una
solución a su terrible problema.
Camino durante un tiempo hasta que en un claro, se encontró con un hechicero.
He perdido mis alas – le dijo – y me siento desolado. Soy un pobre ángel caído. Necesito de tu magia para recuperarlas.
De acuerdo, respondió el hechicero pero
debes darme algo a cambio… por ejemplo, ese halo de luz que tienes en tu
cabeza. No tenía salida.
Sus alas eran mas importantes para el.
El halo de luz era la conexión espiritual con la fuente de energía
universal… pero sus alas eran todo para el.
Resignado, se lo entrego y a partir de
allí, el hechicero tuvo un nuevo trofeo… pero mucho que revolvió su
caldero, mezclo yuyos mágicos y sembró su cuerpo de extraños símbolos
las alas no aparecían.
En el corazón del ángel, una voz insistía: DEBES HACER LO QUE TIENES QUE HACER”.
Pero el ángel no llegaba a comprender.
Triste y desalucinado, decidió
acostumbrarse. Viviría como las demás criaturas de la tierra, sin alas,
sin esa mágica conexión espiritual que le daba la fuerza para lograr
todo lo que quisiera… resignado al “mal de muchos, reflexiono… Al menos
no estoy solo en mi escasez y desazón.
Pero al tiempo de intentarlo, se dio
cuenta que la estrategia de la resignación tampoco funcionaba, porque
por mucho esfuerzo que ponía en parecer cómodo en la situación que
compartía con todos, la voz en su interior no desaparecía instándolo a
hacer algo mas… a recuperar sus añoradas alas que se le aparecían en
sueños una y otra noche.
Resolvió entonces hacer algo… pero no
tenia ni idea que hacer, así que salio a desandar el camino y volver a
ese lugar en el que perdiera una noche oscura sus alas, rendido por el
cansancio.
Al llegar, se paro firma sobre sus pies,
enderezo el cuerpo, levanto la mirada, inspiro profundo, le pidió asistencia a Dios e hizo lo único que debía de haber hecho desde el
principio y alzando la voz con voluntad de guerrero declaro: RECLAMO LO
QUE ME PERTENECE”
Y al instante las vio. Intactas, bellas
como siempre, etéreas… sus queridas alas, únicas para el, detrás de un
viejo árbol, el mismo donde las había dejado en un descuido, en aquel
camino oscuro esa noche en el que lo venció el cansancio.
Y así se fue, con sus alas recuperadas y colocadas en su sitio…
Pero ya no era el mismo.
Seguía siendo un ángel, pero mucho mas luminoso, mas radiante y mas feliz que antes. …
DEDICADO A TODOS LOS ANGELES QUE HAN
DECIDIO RECLAMAR SUS ALAS, SIN CEDER A LA TENTACION DE RESIGNARSE,
ENTREGARSE AL ABANDONO O DEJARSE EMBAUCAR POR UN HECHICERO.
Si en algún recodo del camino, Ud.
perdió, se olvido o entrego sus alas a alguna persona o circunstancia…
las mismas no están desaparecidas…
Vuelva,
Decida recuperar lo que le pertenece,
RECLAME SU PODER.
* Enviado por Florencia, que desde Guadalajara (MEXICO) siempre esta junto mí.
Guadalajara es un lugar al que algún día
voy a ir y la ciudad en la que tengo a un gran amigo de la época de
alegrías y diversiones… Ernesto, al cual siempre recuerdo con verdadero
aprecio.
Walter Accuosto.
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