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domingo, 7 de septiembre de 2008

LOS CICLOS DE MI VIDA

Caminé por la vida.
Amé.
Abrí los surcos, maduré el durazno
coseché;
llené mi granero con el trigo bueno.
El oro de la espiga recorrió mi piel.
Tuve en mis manos la ternura de la vida:
Una hija
Después el invierno
la lluvia, el granizo, los días sin sol,
las noches heladas.
Dentro mío la ternura y el amor
durmieron en silencio esperando el estío
Odié.
Olvidé.
La vida
es siempre más que la muerte.
Las ramas de mi árbol despuntaron en brotes
y nuevamente, el fruto maduro, el canto del labriego,
y la lluvia fresca de los días calientes,
el sol y el verde, y la alegría del día
recorriendo la piel y dorando las mieses.
Otra hija.
Y otra vez el dolor y esta soledad árida
que reseca la cara.
El amor,
que cosa extraña tan dura con aspecto
de espumas.
Pero la tierra fértil espera y el sol, tras las nubes,
solo quiere quebrarlas para teñir de esperanza
el gris de la ausencia.
Tengo cosa ¡tan llenas de vida!
ternuras y hombría
proyectos de pan de mañana
de soles y lunas.
y un racimo fresco de uvas
de cantos y versos,
que amenguan el llanto,
el silencio tan sólo
y este dolor pasajero.
Caminé por la vida.
Amé.
Lloré.
Supe de la suave carne del amor
y esta vez no olvidaré.
La vida
siempre es más que la muerte.
Y estoy vivo.

¡Que suerte!

~Yuri Tabak

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