Un antiguo cuento de la
sabiduría oriental, cuenta que una vez, un viejo maestro espiritual acompañado
por su discípulo en su recorrido hacia la búsqueda de la verdad, después de
haber caminado mas de dos días casi en pleno desierto, vieron a lo lejos una
casa de apariencia pobre y decidieron una breve visita al lugar en busca de
agua y algo de alimento.
Cuanto
más se acercaban, más pobreza veían.
Una casa vieja,
despintada en la cual vivía una pareja con sus tres hijos. Todos vestidos
pobremente, descalzos y extremadamente delgados.
Sin
embargo fueron muy bien recibidos, le dieron agua, un pan y un trozo de queso y le ofrecieron un lugar para
descansar.
La
curiosidad del maestro era grande. ¿Como podían vivir esas personas, con tan
poco?... ¿y de donde sacarían el dinero para comprar su comida, ya que era una
zona infértil y estaban en la mitad de la nada?
Entonces
el maestro le pregunto al dueño de casa: ¿Como hace Ud. y su familia para
sobrevivir aquí?
El
hombre respondió: Nosotros tenemos una vaquita que nos da varios litros de
leche por día. Una parte la vendemos, otra la cambiamos por alimento o un poco
de ropa en el mercado y con la otra parte nos alimentamos, hacemos queso y
manteca y es así como vamos sobreviviendo.
El
maestro agradeció el descanso y las provisiones y continúo su viaje acompañado
por el discípulo.
En
el medio del camino, se encontraron con la vaquita que estaba atada a una
estaca, flaca y pastando en medio de yuyos y tierra seca.
Fue
ahí, cuando el maestro ordeno al discípulo que fuera por la vaquita y la
llevara a un precipicio y desde allí, la tirara hacia abajo.
El
discípulo espantado ante esa idea, recrimino a su maestro que si hacían eso,
esa familia moriría de hambre, pero ante el silencio y la mirada fija
ordenándole que así lo hiciera, el discípulo, con muchos sentimientos
encontrados acato la orden.
Llevo
a la vaquita a un alto terraplén y sin mirar, la empujo hasta el borde hasta
hacerla caer.
Ese
hecho quedo grabado en la mente del discípulo a fuego… El sentimiento de culpa
también.
Pasaron
los años y el peso de esa acción, hizo que un día el discípulo sintiera que era
necesario rectificar lo que había hecho.
Entonces… Decidió
recorrer nuevamente el desierto hasta encontrar esa vieja casa y decirle a esa
pobre familia lo que había hecho, como forma – no solo de pedir perdón – sino
también de quitarse esa culpa de encima, que hacia que algunas noches, no
pudiera dormir.
Munido
de agua y varios panes dirigió sus pasos en busca de esa vieja casa y pobre
familia para confesar lo que había hecho y ver de que manera podría ayudarlos.
Diez
días y diez noches duro el viaje… hasta que por fin, - casi agotado --- comenzó
a reconocer el paisaje.
Se estremeció al pasar
nuevamente junto al precipicio, pero a medida que se iba aproximando a la
casa notó que el lugar estaba mas
bonito, con árboles frutales a los lados de camino, la casa pintada con colores
alegres, un carro con caballos y varios niños jugando alegremente en un jardín
lleno de flores.
El
discípulo se sintió más triste aún imaginando que aquella familia humilde debió
de haber vendido el terreno y su casa, que era lo único que tenían para poder
sobrevivir...¿¡quien sabe donde estarían...???
Cuando
llego, fue recibido por un hombre muy simpático, a quien pregunto por la
familia que vivía allí cuatro años antes.
El
hombre respondió que seguían viviendo allí.
Asombrado se dio cuenta
que el hombre era el mismo…
Entro a la casa y
confirmo que esa era la misma familia que apenas podía alimentarse pocos años
antes. Ahora los niños estaban bien vestidos, el matrimonio pleno, la casa
rebozaba de energía, varios caballos pastando en un prado verde y los árboles
llenos de frutos.
El
discípulo elogio el lugar y le pregunto al hombre como había hecho para mejorar
le lugar y cambiar de vida?
A
lo que el dueño de casa respondió:
Nosotros teníamos una
vaquita y un día se cayó por el precipicio.
Quedamos desolados...
Ella nos daba todo.
Vendíamos la leche y con lo que quedaba nos alimentábamos.
Cuando
la vaquita se murió... se nos acabo el
único medio que teníamos para sobrevivir y de ahí en adelante, nos vimos en la
necesidad de hacer otras cosas.
Y así comencé a
trabajar la tierra. Mi esposa se dedico a hacer tapices y de golpe, la venta de
las telas y la cosecha abundante nos dio un buen lugar en el mercado y
comenzamos a prosperar.
La muerte de la
vaquita, nos obligo a desarrollar otras habilidades que no sabíamos que
teníamos.
De esa manera pudimos
mejorar nuestra vida.
Y aquí finaliza el
cuento.
¿Que
mensaje le dejo?
Yo
les voy a comentar lo que me trasmitió a mí.
Todos nosotros tenemos
una vaquita que nos proporciona alguna cosa básica para nuestra supervivencia.
Hacemos cosas y
obtenemos resultados. Siempre que hacemos lo mismo, obtendremos idénticos
resultados.
Si queremos cosas
distintas, hay que hacer cosas diferentes y muchas veces eso incluye, tirar
abajo todo lo que se construyo… otras simplemente (pero no menos difícil) tirar por el
precipicio a nuestra “vaquita” … a eso a lo que estamos atados pero que no es
lo mejor para uno.
Es muy difícil
deshacerse de lo que uno tiene, porque uno piensa que es lo único.
Sin embargo, es
necesario exigirse un poco mas, animarse a llevar adelante su sueño personal,
comprometerse a mejorar, lograr obtener una mejor calidad de vida y seguir la
misión que su alma trajo al nacer.
¿Que
es difícil?... por supuesto que es difícil. La vida no es fácil…
¿Es
posible?... por supuesto que es posible.
¿Que
necesita para hacerlo?
Dos cosas. GANAS Y
ESTRATEGIA.
Las
ganas vienen de adentro. Es una fuerza que se genera dentro de cada uno de
nosotros, es el motor. Si no tenemos ganas, no lo hacemos... ahora, si ponemos
las ganas... siempre realizaremos cambios.
La
estrategia es la capacidad de pautar maneras de actuar, calculando acciones y
resultados.
Un
militar es estratega. Sabe con que ejercito cuenta, con que ejercito se va a
enfrentar, calcula las fuerzas y busca como manejar su ejército para avanzar
sobre el enemigo.
Un
medico usa la estrategia. Cuando tiene un paciente frente suyo lo estudia, le
hace preguntas, lo osculta, pide exámenes clínicos y con toda la información,
diagnostica y marca los tratamientos.
Un
cocinero usa la estrategia. Se informa que elementos necesita su receta y en
que proporciones. Prepara cada uno de los elementos en sus medidas y
ordenadamente. Respeta el proceso de mezcla de esos elementos, espera el tiempo
que necesite para leudar, pone el horno a la temperatura requerida y espera el
tiempo necesario.
Eso
es la estrategia. La
DEFINICION que da el diccionario es: arte de dirigir un
asunto y resolver un conflicto.
Por
lo tanto, cuando la vida solo nos da lamentos, rutinas, estados de inmovilidad…
nos esta pidiendo cambios.
Cuando las cosas a
nuestro alrededor cambian, tenemos la necesidad e cambiar también nosotros y la
única manera es no desesperarse. En esta vida todo tiene solución menos la
muerte por lo tanto... no desesperarse.
Cada
situación personal es única y es necesaria una consulta personal, tener la
carta natal de la persona para ver las posibilidades y recurrir a los elementos
que le ayuden al consultante a salir adelante.
Pero
en forma general, se debe tener la valentía de aceptar que las cosas no como
uno quiere, o como hubiera querido… no son como uno las merece o lo necesita…
Las cosas son como son.
No es sano alimentar
locas fantasías que todo se va a solucionar solo, ni tampoco justificar que es
nuestra mala suerte y menos que son las acciones de terceros que con su mala
onda genera lo que nos sucede.
Hay que aceptar… lo
primero que se debe hacer es aceptar: que las cosas amigos… son como son.
Si no esta de acuerdo
en como son y decide generar cambios… estará dando un paso muy importante.
Y Cuando asuma que su
vida necesita cambios DEBE ESTAR NECESARIAMENTE apoyados en una estrategia.
¿Que cambios podrán
mejorar su vida? ¿Que es lo que necesita... a quien puede recurrir? Necesita
solamente dinero para generar cambios, o ayuda, o apoyo moral o lo fundamental
GANAS.
Tome las riendas de su
destino. Nadie hará nada por Ud. Es cruel, pero es verdad. Todos le ofrecerán
palabras de aliento, le darán ideas, le sugerirán maneras de actuar, pero quien
debe hacer el trabajo es Ud.
Responsabilícese por lo
que pasa.
Las cosas son así, como
dice Kessman, " es lo que hay”.
Bueno, desde lo que
hay...
¿Que puede mejorar?
Que pasen una semana serena, vital
y divertida.
Walter Accuosto
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