Si bien ninguno de los cuatro evangelios
que componen el Nuevo testamento Bíblico dice cuantos eran los reyes
magos y mucho menos sus nombres… (Melchor, Gaspar y Baltasar forman
parte de la tradición oral y la leyenda…) algunos Evangelios de los no
reconocidos por la Iglesia Cristiana, los llamados EVANGELIOS APOCRIFOS
nombran a tres, siete y doce reyes venidos de Oriente a Adorar al Jesús
recién nacido.
En la tradición cristiana se asocia… al número tres, por los regalos que trajeron: ORO, INCIENSO Y MIRRA.
Bueno… hay una leyenda que asegura que
es muy posible que existiera un cuarto Rey mago que jamás llego a
conocer al niño Jesús… su nombre es ARTABAN y su historia se encuentra
en algunos textos antiguos que dan cuenta del largo camino que recorrió.
Henry van Dyke, escritor y teólogo
americano se baso en esta historia y en 1896 escribió un cuento navideño
llamado EL OTRO REY MAGO.
La historia cuenta que existía un reino
en un lugar de la antigüedad llamado BORSIPPA, de altos muros y siete
pisos que fue el lugar donde, a la espera del nacimiento del niño Jesús,
se fijo como el punto de encuentro de los cuatro reyes magos que
vendrían a visitar al niño Dios cuando naciera y que representaban los
cuatro puntos cardinales.
De allí partirían hacia la gruta en el que el recién nacido Jesús iniciaba su camino de salvación.
Hacia ese lugar BORSIPPA, se dirigía
Artabán, un rey sensible, espiritual, generoso y tremendamente humano
con sus regalos: un cofre de diamantes de la isla de Héroe, una bolsa de
jaspe de Chipre, y un fulgurante rubí de las Sirtes como triple ofrenda
al Niño Dios, /// cuando se encontró en su camino a un viejo moribundo
atacado por bandidos…
Ante tal situación, interrumpió el rey
su viaje, curó las heridas del pobre hombre y luego y le ofreció uno de
los diamantes para que pudiera seguir su camino…
Esa situación que atraso a Artaban dos
días en su viaje, le impidió llegar a tiempo a Borsippa, puesto que
cuando llego, sus compañeros de viaje…los otros tres reyes magos ya
habían partido.
Artabán decidió emprender su viaje solo,
pero por donde quiera que pasaba, la gente pedía su auxilio, y él,
atendiendo siempre a su noble corazón, ayudaba sin detenerse a pensar
que el obsequio de piedras preciosas que cargaba, poco a poco se reducía
sin remedio.
En su andar, Artabán se preguntaba: ¿Qué
podía hacer si la gente le suplicaba por ayuda? ¿Cómo podría negarle
ayuda a quien la necesitaba?
Así pasaron los años y en su larga tarea por encontrar a Jesús… ayudaba a toda la gente que se lo pedía.
Treinta y tres años después el viejo y
cansado Artabán llegó por fin a donde los rumores le habían llevado en
su larga búsqueda por Jesús.
La gente se reunía en torno al monte
Gólgota para ver la crucifixión de un hombre que, decían, era el Mesías
enviado por Dios para salvar las almas de los hombres.
Artabán no tenía duda en su corazón, aquel hombre era quién había estado buscando durante todos esos años.
Con un rubí en su bolsa y dispuesto a entregar la joya pese a cualquier cosa, Artabán encaminó sus pasos hacia aquel monte.
Sin embargo, justo frente a él apareció
una joven que era llevada a la fuerza para ser vendida como esclava para
pagar las deudas de su padre.
Artabán la liberó a cambio de la última
piedra que le quedaba de su inmenso tesoro. Triste y desconsolado, se
sentó junto al pórtico de una vieja casa y en aquel momento, la tierra
tembló de forma brusca y una enorme piedra golpeo mortalmente la cabeza
de Artabán.
Ese temblor anunciaba la muerte de Jesús en la Cruz.
Moribundo y con sus últimas fuerzas, el
cuarto rey imploró perdón por no haber podido cumplir con su misión de
adorar al Mesías y en ese momento, se le presento la visión de Jesús
agonizante quien le dijo: “Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y
me diste de beber, estuve desnudo y me vestiste, estuve enfermo y me
curaste, me hicieron prisionero y me liberaste.
Artabán, agotado, preguntó: ¿Cuándo hice yo esas cosas?
Y justo en el momento en que moría, la
voz de Jesús le dijo: Todo lo que hiciste por los demás, lo has hecho
por mí, por eso HOY estarás conmigo en el reino de los cielos.
Ese fue el momento sublime, de que el cuarto rey mago se encontró con Jesús.
Walter Accuosto
……
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