Había
una vez un ratón que estaba siempre angustiado porque le tenía miedo al gato.
Cuenta la historia que un día un mago se compadeció del él y lo convirtió... en
un gato.
Pero
entonces este ratón convertido en gato empezó a sentir miedo del perro. De modo
que fue a hablar con el mago, le planteo el problema y este lo convirtió –
mágicamente - en perro.
Al
cabo de un tiempo, se fue acostumbrando que era perro y cuando quiso acordar,
el miedo nuevamente lo invadió… pues comenzó a temer por las panteras.
Nuevamente
visito al mago quien atendió su pedido y lo convirtió - esta vez en león… para que no tuviera miedo a
las panteras, ni a los perros, ni a los gatos… pero no resulto… porque casi
inmediatamente, comenzó tenerle miedo a los cazadores.
Llegado
a este punto, el mago se dio por vencido y volvió a convertirlo en ratón,
diciéndole: — Nada de lo que haga por ti
va a servirte de ayuda, porque siempre tendrás el corazón de un ratón.
Este pequeño cuento lo tome prestado del libro de Anthony de Mello llamado “La oración de la rana”.
La
interpretación, es que el ratón creyó que cuanto más fuerte y grande fuera
exteriormente, más valor tendría para enfrentar a aquellos a quienes temía.
Sin embargo, su miedo nunca desapareció
porque siguió actuando como el pequeño ratón que sentía que era.
Muchas veces caemos en ese error,
y pensamos que el valor se mide por el miedo que despiertan en los demás el
tamaño, la fuerza o la prepotencia con que actuemos.
No es valiente el que, desde una
posición de fortaleza y superioridad atropella todo lo que se interpone en su
camino sino aquel que, en apariencia débil e insignificante, se enfrenta con
determinación a todas las dificultades y obstáculos que la vida le presenta.
Cada uno actúa según la calidad
de su corazón, y no de la apariencia exterior. Si su corazón es fuerte, será
fuerte. Si su corazón es débil, aunque muestre fortaleza externa, siempre será
débil interiormente.
Hace varios años vino a consulta
una señora llena de resentimiento, porque un hijo se había alejado diciendo que
cada vez que lo llamaba era para pedirle algo o quejarse. Agobiado y
queriéndola mucho, - pienso yo también que para darle una lesión -, su hijo
dejo de llamarla frecuentemente.
Ella comenzó a sentir mas rencor
por esa situación y en ese estado vino a consulta en busca de ayuda.
Estudiamos la situación y a
través de las flores de Bach comenzamos un proceso de sanacion.
Trate de darle herramientas que
activaran el perdón trabajando desde el Hooponopono, que es una técnica de la
que ya les comente varias veces y en distintas circunstancias, hasta activar la
sanacion a través de la Oración
del perdón, una herramienta de los Archivos Akashicos que consiste en realizar
durante 33 días una oración, activando un punto energético, llamado punto de
gracia que esta en la palma de la mano y mueve intensas energías.
La señora entendió que había
sanado sus emociones cuando a las dos semanas
– tiempo demasiado rápido para mí - decidió llamar a su hijo para
aclarar la situación, mejorar la relación y volver a empezar ahora – me dijo –
desde otro lugar.
Le aconseje que esperara pasar
por lo menos un mes mas, a lo que me dijo que sentía que estaba preparada. Yo
sentía que el proceso de sanacion no estaba completo.
Pues bien, la señora se encontró
con su hijo y a los diez minutos de estar charlando, le “tiró” toda la basura
que había guardado y disimulado muy bien todo ese tiempo recriminándole, no
solo lo que había hecho ahora, sino por situaciones de su adolescencia
activando la separación definitiva con un hijo que la adoraba, pero no estaba
dispuesto a ser chantajeado por cosas del pasado y de las cuales, no sentía que
era su responsabilidad.
Esta señora fue como el ratón del
cuento… supero – exteriormente- muchas cosas, pero siguió manteniendo su
corazón igual a cuando vino por primera vez a verme.
La conclusión que saque fue la
misma del cuento, quien tiene el corazón de determinada manera, por mas que
cambie de afuera, si no esta dispuesto a cambiar desde adentro, será siendo y
haciendo las cosas exactamente igual.
Buena semana y BENDICIONES…
Walter Accuosto
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